Ensoñaciones

"MORO" se llamaba la mejor tienda de juguetes en la que me paseé de pequeña. Iba con Juanjo, mi mejor amigo, porque allí trabajaba su tía. Estaba en la CALLE ANCHA, justo al lado de Zocodover. Nos perdíamos allí durante horas, entre peluches, soldaditos de juguetes, Legos...cogía lo que quería y me lo llevaba, así de fácil. Y volvía sonriente a la tienda de mi abuelo "mira abuelo, es de MORO..." él sonreía y me decía "anda, vete a jugar!". También cogía cosas de GOMEZ MENOR, sobre todo invitaciones para mis fiestas de cumpleaños en LA PONDE y los cuadernos para hacer deberes en verano. En el estanco de al lado de la tienda de mi abuelo, cogía lápices de colores, sacapuntas y gomas de borrar. Y en la librería de Zocodover, cada domingo, un libro del BARCO DE VAPOR, algún comic y cromos, muchos cromos. Pero lo mejor era cuando iba a Bahamontes, que tenía la tienda al lado de la de mi abuelo, en la Plaza de la Magdalena. Me montaba en todas las bicis, tocaba todos los balones, sacaba las cosas de los envoltorios...me metía por el almacén viendo cómo arreglaban las bicis y Fermín me regañaba amablemente: "Rocío, hija, sabe tu abuelo que estás aquí?". Entonces Fermina, su mujer, me rescataba y me llevaba de vuelta con mi abuela Sole, y nos íbamos a comprar jamón serrano a la calle de las pescaderías o a ver qué ponian por la tarde en el cine Imperio.

Y digo "cogía" porque yo no sabía que mi abuelo pagaba todo a escondidas, no era consciente de que las cosas costaban dinero, tampoco nadie se preocupaba en explicármelo. Yo decía que era la nieta de Córdoba, y ala, en todos los comercios me cedían los caprichos.

No sé porqué me ha dado por recordar esto, quizá porque me doy cuenta de cómo cambian las cosas y de cómo he cambiado yo. De que aunque quizá fui una niña un tanto caprichosa sin quererlo y hoy en día valoro las cosas por encima del dinero. Qué cosas.

Los recuerdos son caprichosos y aparecen cuando menos lo esperas, no sé explicar porqué. Ensoñaciones de calurosas noches de verano que me tienen en duermevela.

Las Nieves, La Ponde, sitios donde mi familia paterna me ha dado la mejor de las infancias. Tarareando "el vesuvio azul" agarrada a los brazos de mi abuela en la piscina. Pelis de miedo con mi abuelo cuando mis abuelas se iban a misa. Tardes de juegos, cines y canciones, con mi hermano y mis primos. Qué cosas.

Y al sur del mapa, mi familia materna enseñándome la sencillez del campo y la aldea. Me recorría La Mina de las Herrerías de un plumazo, siempre corriendo entre los árboles y las piedras. Iba a ver las gallinas, acompañaba a mi abuela Fernanda a la furboneta de Cristóbal a comprar yogures Yoplait. Custodio nos vendía choches y alambres de colores para hacer pulseras, y flashes de todos los sabores, en su pequeño quiosko. A medio día hacía mucho calor, me decía mi madre "ahora no se puede salir a la calle porque caen bichos del cielo", y nos echábamos la obligada siesta. Luego nos íbamos a la fuente a por agua, con el cántaro y las garrafas, entre eucalipos y jara. Cuando anochecía, después de cenar, mi abuelo Antonio se salía al fresco a ver las estrellas con su vaso de aguardiente. Y yo no podía ser menos...hasta que no conseguía un vasito de agua con un poco de aguardiente, no paraba.

Las chicharras y los grillos ponían la banda sonora, y mi abuelo me decía dónde estaba la osa mayor.
Por el día me pasaba las horas leyendo cuentos debajo del limonero del patio, o jugando en la pila con agua y jabón Flota.

Qué cosas.

Sí, las musas están apareciendo...es el tirón que necesitaba! Mientras organizo mi buhardilla, se organiza mi vida.

Despego!!!